Centro Tecnológico Pilcaniyeu, modelo de investigación del uranio
El Complejo Tecnológico Pilcaniyeu (CTP), construido por la empresa INVAP S.E. en el paraje Pichi Leufu Arriba, a 60 kilómetros de la ciudad de Bariloche, fue la instalación donde se logró el desarrollo, tras años de trabajo en absoluto secreto, que permitió que Argentina accediera a la tecnología para enriquecer uranio con fines pacíficos. Fue en 1983 y el avance convertía al país en el séptimo del mundo en obtener el precioso insumo que le garantizaba independencia tecnológica al sector nuclear.
“El logro conseguido por la Argentina, a la vez de sellar una independencia tecnológica, la lleva a estar en un punto de privilegio respecto de los demás países latinoamericanos, y de mejorar la imagen científica en el mundo”, reflejaba un diario en aquel momento. Y otro decía: “Este hito científico-tecnológico permitirá que nuestro país pueda independizarse de proveedores extranjeros en la obtención de un insumo fundamental para los reactores de producción de radioisótopos para la medicina, la industria y la actividad agropecuaria”.
Cuatro años después del anuncio se invitó al presidente de Brasil a visitar el predio. El viaje se concretó el 16 de julio de 1987. Hacia Pilcaniyeu se dirigieron en el tren presidencial Raúl Alfonsín y su par del vecino país, José Sarney. Fue un gesto de Argentina para mostrar al mundo que el avance tenía fines estrictamente pacíficos. “Es un acto de confianza que nos abran las puertas del complejo”, replicaba otro diario las palabras de Sarney.
Etapas y camino transitado
Además de los beneficios directos de obtener el insumo para los reactores experimentales, el proyecto potenciaba a la Argentina como un proveedor nuclear integral y confiable.
Durante los años siguientes, se continuó desarrollando esa tecnología con el fin de proveer uranio a los reactores nucleares argentinos de investigación y preservar su autonomía, ya que el contexto internacional dificultaba la importación de ciertos insumos para la fabricación de combustibles nucleares.
A mediados de los años 90′, como efecto del cambio de contexto internacional de la energía nuclear, sumado a diversas decisiones políticas nacionales, la actividad en el CTP se detuvo y se limitó al mantenimiento y preservación de la planta a cargo de un grupo reducido de trabajadores.
“El crecimiento tecnológico no había pasado por estos lugares, todo quedó en el tiempo y en su estado natural. La planta continuó al cuidado de más o menos diez personas, que con esfuerzo y dedicación procuraron que las instalaciones no se deterioren más de lo permitido por el tiempo”, recuerda el subgerente de Infraestructura y Servicios del CTP Jorge Cantero.
Tras décadas de desinversión, amenazas de privatización y desmantelamiento del sector nuclear, la CNEA recibió un fuerte impulso a principios del año 2007 y, con el relanzamiento del Plan Nuclear Argentino, se iniciaron las tareas de reacondicionamiento y actualización del complejo para recuperar las capacidades tecnológicas, técnicas y de formación de recursos humanos a las nuevas tecnologías disponibles.
Como fruto del estímulo que significó la política de Estado orientada a la reactivación nuclear y de su articulación entre ciencia básica, aplicada, desarrollo tecnológico e ingeniería, se avanzó en temas estratégicos, como el enriquecimiento de uranio por láser, la tecnología de aceleradores y la robótica. Hoy, el CTP le permite a Argentina ser parte de un pequeño grupo de trece países con dominio de la tecnología para enriquecer uranio.
Conmemoración
Toda la comunidad del CTP, ex trabajadores que pasaron por allí durante sus cuatro décadas, representantes de la empresa INVAP S.E. y de la CNEA, asistieron a la conmemoración de aquel anuncio la semana pasada.
Durante el encuentro, los ex trabajadores y los visitantes recorrieron las instalaciones. Se visitó la sala de control del Laboratorio Mock Up, donde transcurre la apertura y cierre de válvulas y el control de temperaturas y presión, como también, la cascada donde se genera el proceso de enriquecimiento. Se recorrió la planta Sicade (sistema de carga y descarga) de hexafluoruro de uranio; la usina de producción de energía eléctrica; la Premin (Planta experimental de materiales de interés nuclear) y la planta de producción de flúor, donde se encuentran las celdas electrolíticas. Finalmente, se hizo una breve presentación de la planta de producción de nitrógeno líquido.
Esta jornada de conmemoración permitió el encuentro de varias generaciones de técnicos y profesionales que intercambiaron anécdotas y comentarios respecto a los avances reflejados en las instalaciones.
“A cuarenta años de aquel hito histórico de la energía nuclear de nuestro país, sólo tengo un profundo agradecimiento. He vivido los tiempos gloriosos y también los de abandono del Complejo, pero cuando llegó la reactivación, significó un desafío muy grande y la institución tomó la decisión de recoger ese guante abandonado, que, con gran esfuerzo y dedicación, permitió recuperar, actualizar la tecnología y formar hombres y mujeres que continúen el camino”, recordó el subgerente de Operación y Mantenimiento del CTP Marcelo Herrera.
El presente del complejo y sus desafíos
El plantel actual de 150 técnicos, profesionales y personal de apoyo, trabaja en su mayoría en la planta de Pilcaniyeu, y un porcentaje menor en el Centro Atómico Bariloche (CAB) continúa implementando nuevos procesos e investigaciones para el futuro.
En los últimos años se incorporaron nuevas capacidades para la producción de electrolitos, insumo esencial para fabricar baterías de dispositivos electrónicos de ion-litio. Este procedimiento se realiza a partir de la síntesis de la sal hexafluorofosfato (LiPF6) de litio y la formulación de la preparación de soluciones específicas para tal fin.
“Los nuevos desafíos que se plantean en el CTP, como es la producción de electrolitos para baterías de ion-litio, gracias al expertise en el manejo de compuestos fluoruros, y teniendo al personal altamente calificado, nos ubica en una amplia ventaja para tener la capacidad estratégica de la producción de ese insumo”, agrega Cantero.
Por su parte, la doctora en Química de la CNEA Ana Bohé, mencionó que “la producción de la sal es estratégica porque los países que hoy la producen son asiáticos, y por la alta demanda, tienen un stock reducido y no nos pueden proveer en tiempo y forma la cantidad que se requiere”. Y agregó que, “nosotros hoy, en la planta de enriquecimiento, tenemos la capacidad de sintetizar estas sales a una escala de laboratorio y escala banco, para sacar los parámetros fisicoquímicos que se requieren para el diseño de los reactores de escala industrial”.
Argentina es el cuarto país productor mundial de litio después de Australia, Chile y China. La importancia de la planta de enriquecimiento para transformar este metal en hexafluorofosfato de litio y poder usarlo en el electrolito, es vital para lograr en un futuro, al igual que el camino de enriquecer uranio, para la soberanía nacional.
Este tipo de conquistas para proyectar la autonomía nacional respecto a la producción de insumos vitales forman parte de los objetivos planteados hace ya 40 años, cuando se soñó el proyecto de un complejo estratégico como el CTP.
“Es importante que todo esto que celebramos se convierta en algo que podamos seguir contando, aprendiendo en el camino pero siempre mirando para adelante y pensando que tenemos muchas posibilidades de seguir creciendo”, expresó Serquis.