Estudian los acantilados de la costa atlántica rionegrina
Un grupo de 18 expertos en geología y paleontología de diversos países recorrieron la franja de acantilados de la zona costera localizada en el norte de la Patagonia, que se extienden desde el Balneario El Cóndor hasta La Lobería.
En la formación, se encuentran rocas con una edad de entre 10 y 3 millones de años (Mioceno superior – Plioceno inferior), y el trabajo de campo realizado también con alumnos de la Universidad Nacional de Río Negro, pretende rescatar información geológica valiosa.
El conjunto de científicos – de Argentina, Chile, Trinidad y Tobago, Canadá, Estados Unidos y Colombia-, formó parte del primer Field Experience Program (FEP) organizado por la Sociedad de Geología Sedimentaria SEPM), una sociedad científica internacional con sede en Tulsa, Oklahoma; y la Universidad Nacional de Río Negro.
Este programa intensivo, e inédito en este tipo de prácticas académicas, estuvo coordinado por Noelia Carmona, directora de la Escuela de Geología, Paleontología y Enseñanza UNRN y embajador del SEPM en Argentina.
De la experiencia participaron Lynn Soreghan profesora de la University de las Ciencias de la UNRN; Juan José Ponce, director de la carrera de Geología de la of Oklahoma (Estados Unidos) y presidenta de la SEPM, Sally Walker, profesora de la University of Georgia (Estados Unidos). Además, Gabriela Mángano, profesora de la Universidad de Saskatchewan (Canadá); y Silvio Casadío, profesor de la Licenciatura en Geología de la UNRN y director del IIPG.
La idea original de este programa de experiencia de campo, concebida originalmente por Gabriela Mángano, fue que todos los participantes y los coordinadores externos visitaran los afloramientos sin haber tenido un contacto previo con el lugar, es decir, sin conocer la geología de la zona y su significado, siendo los coordinadores locales los que contaban con ese conocimiento previo de la región. De este modo el objetivo principal fue recrear una verdadera práctica de campo, como la que se realiza cuando se va a una nueva zona por primera vez, y donde los conocimientos se van adquiriendo a partir de la integración de todas las observaciones de cada uno de los/las participantes.
Juan Ponce indicó que este Programa de Experiencia de Campo tuvo la particularidad de ser el primero con esta modalidad que realiza a nivel internacional la SEPM; la próxima edición está prevista en la India.
Asentado en las adyacencias del Faro Río Negro, en el Balneario El Cóndor, durante una semana los coordinadores y estudiantes recorrieron con intensidad el acantilado costero, en donde se encuentran rocas con una edad de entre 10 y 3 millones de años (Mioceno superior – Plioceno inferior).
“Durante toda la semana salimos al campo y realizamos tareas de investigación, juntando evidencias y tratando de que los estudiantes que participaron puedan comprender el paleoambiente que está registrado en los acantilados” señaló Ponce.
“Es un programa que se llama “de colegas a colegas”, cuya finalidad es venir y trabajar juntos en el campo afianzando la comunidad internacional de miembros de la SEPM, como lo son Noelia y Juan”, agregó la geóloga Gabriela Mángano.
“Las preguntas que surgen en el campo se discuten entre los coordinadores y los estudiantes, ya que la idea es tener un grupo de profesionales tratando de encontrar respuestas a partir de una fluida interacción interdisciplinaria en el campo y en el gabinete”, señaló Mángano.
“La idea de haber elegido esta magnífica formación geológica que tienen los acantilados de la costa rionegrina, señala Ponce, fue poner nuevamente en valor, tanto desde la perspectiva geológica como paleontológica, a estas formaciones rocosas que son portadoras de una gran variedad de pisadas de vertebrados. La Formación Río Negro, como se la conoce, es sin duda una de los más importantes yacimientos de huellas de América del Sur”.
“Estos acantilados tienen mucho para enseñarnos. Son de una gran riqueza para entender paleoambientes y cambios paleoclimáticos en el pasado. A partir del análisis de los sedimentos y de parámetros medioambientales podemos reconstruir cómo vivían estas comunidades, cómo la costa avanzó y retrocedió y cuál fue la evolución paleoambiental, paleoclimática y de las comunidades fosilíferas”, indicó Noelia Carmona.
Geoturismo
Si bien numerosos investigadores han visitado estos parajes desde mediados del siglo XIX (D’Orbigny 1842; Darwin 1846; Doering 1882), los primeros estudios geológicos detallados de los acantilados se realizaron recién en la década de 1960. A casi sesenta años de esas primeras observaciones, es necesario que tanto las autoridades provinciales y locales, así como la población en general valoren el importante patrimonio geológico y paleontológico que tienen en estas formaciones y tomen medidas para conservarlo”, enfatizó Juan Ponce.
“En los acantilados quedaron registrados ascensos y descensos del nivel del mar que ocurrieron hace millones de años y que nos permite analizar paleodepósitos continentales que cuentan con una gran diversidad de estructura sedimentarias de origen eólico, portadoras de una gran variedad de huellas de vertebrados; que además nos brinda la posibilidad de analizar palentológicamente las evidencias que dejaron los organismos que vivieron en el fondo marino, cuyos registros son abundantes en estas rocas. Son un recurso inigualable que, tanto a los paleontólogos como a los geólogos nos hace disfrutar mucho de su análisis”, señaló.
Ponce destacó la necesidad de utilizar la Geología como un recurso para el desarrollo de otras actividades. “La apuesta es poner en valor el patrimonio paleontológico y geológico de la costa rionegrina y ver de qué manera se pueden generar recursos que puedan traer ingresos para la población y al mismo tiempo generar conciencia de un cuidado profundo de ese material. Cuando se producen desmoronamientos de parte del acantilado se pueden ver claramente las pisadas, las cuales tienen una preservación muy delicada que revela detalles muy importantes sobre los organismos que las generaron. En este sentido también es importante mencionar que en otras partes del mundo el Geoturismo tiene un gran desarrollo. En particular esta Escuela estuvo enfocada en valorar algunas zonas de interés geológico como recurso didáctico y como parte sustancial del patrimonio natural y cultural, pero también es necesario destacar el eventual papel que el geoturismo puede tener en el desarrollo territorial de la zona”, concluyó.