Fósil renovables una dicotomía energética difícil de sustentar

Aunque las intenciones abundan y los esfuerzos se redoblan, hoy las energías de origen renovables difícilmente puedan suplantar en el corto plazo a las de origen fósil.

No sólo en la Argentina y en Latinoamérica, sino en la mayor parte de los países industrializados o en vías de serlo.

En la actualidad, la mayoría de los países presenta una matriz energética constituida casi en un 80% por material fósil, es decir basada sustancialmente en carbón, gas y petróleo; y el desarrollo de las renovables alcanza solamente el 1,3% en el concierto internacional, con un pronóstico creciente, que en los próximos 20 años prevé llegar a contribuir en hasta un 6% de la misma.

Alemania presenta un desarrollo formidable en energía eólica, con una potencia instalada para producir 33.730 MW, cifra que supera al total de lo producido por nuestro país si se suma a las renovables, fósiles y de origen nuclear (29.510 MW).

Pero ese número solamente suple al 4,5% del total de energía que demanda una nación industrializada como la germana, que hoy detenta una fuerte dependencia del carbón (22,2%); gas natural (23,7%) y petróleo (34,6%)

Islandia apostó por la geotermia y hoy el 70% de su matriz se abastece de ese modo; pero responde a un caso excepcional y aislado por tratarse de una nación de 300 mil habitantes, sin industria pesada y situada debajo de una geología de características de tipo volcánica.

En tanto, Francia potenció el desarrollo de energías renovables y en 2017 llevó a 6,2% el total del producido de su matriz a partir del emprendimientos eólicos y fotovoltaicos.

Por su parte, Estados Unidos redujo su dependencia de un insumo energético como el carbón y disminuyó significativamente sus emisiones de CO2. Lo hizo al apostar fuertemente a los recursos hidrocarburírferos no convencionales y en la actualidad el 80% de su matriz se abastece mediante estos recursos fósiles.

La disponibilidad, necesidades e implementación de políticas púbicas destinadas a favorecer, ampliar o prescindir de algunas de estas vías de generación pueden introducir modificaciones o alternancias en los porcentajes que cada país presenta en su matriz energética. No obstante, uno de los escenarios que prevalece y parece inalterable es la dependencia del recurso fósil para los próximos 20 años.

Se prevé que para dentro de dos décadas, la incidencia del gas en la matriz energética mundial será del 24% sobre el total de la matriz y que su producción saltará en 4.200 millones de toneladas (equivalentes de petróleo), es decir, pasará de 13.680 extraídas en 2014 a 17.866 millones previstas para 2040. Hasta 2040, la tendencia a mantener una matriz fósil parece imposible de revertir y en Argentina el peso gas como fuente de energía inexorablemente se incrementará.

“La dependencia del gas en Argentina está en aumento”, explicó Fernando Halperín, del IAPG, al exponer en la Jornada de Líderes Políticos. En su intervención, pidió dejar de lado la dicotomía “fósiles/renovables” al remarcar que en el corto plazo estas últimas no cuentan a nivel mundial ni local con la capacidad de abastecer al mercado energético industrial o residencial.

Indicó que en nuestro país el gas natural ocupa el 53,56% de la matriz energética, acompañada por el petróleo, con el 32% de influencia sobre la misma, y que entre ambas aportan el 85,5% de la energía que se consume. Recordó que muy lejos se ubican la hidroeléctrica, con el 4%; la de origen nuclear; 2,77%; carbón 1,3 y cierran la eólica y fotovoltaica con el 0,22%.

A ellos agregó que para 2035 se estima que el sistema incorpore 5,2 millones de usuarios residenciales, lo que repercutirá en un incremento de la generación eléctrica del orden de los 40MM3/día (pasará de 60MM3/día a 100MM3/día) y el consumo de gas se elevará unos 100MM3/día (120-180MM3/día a 200-280MM37día con picos de 300MM3/día).

Respecto al escenario internacional, Halperín destacó que el 81% de la matriz energética mundial se abastece de recursos fósiles, de los cuales el 52% es de origen hidrocarburífero (31,3% petróleo, 21,2% gas) y el 28,6% restante utiliza como base al carbón. Por detrás, mencionó que se encuentran la energía nuclear (4,8%), la hidroeléctrica (2,4%) y cierran la tabla las de origen fotovoltaica, térmica y eólica, con el 1,3%. Reconoció que la estimación incorpora un 10,3% de biomasa, considerada en el esquema sólo para generar fuente de calor a través de su quema y utilizada básicamente por sectores de escaso recursos.

Cabe destacar que el escenario energético mundial para 2040 presenta modificaciones. Según el referente del IAPG la tendencia será a una baja en la dependencia de los fósiles pero sólo en el orden del 7%. Por su parte, se espera que el crecimiento de las energías renovables alcance un 6%, lo que significa que en 20 años se pronostica que su incidencia subirá un 4,7%. De igual modo, otro indicador que cuenta con posibilidades de aumentar es la energía nuclear, que pasará de tener una incidencia del 4,8% al 7% en un lapso de dos décadas.

En lo que respecta a la dependencia de energía de origen fósil, se prevé una baja en la utilización del carbón como insumo. Su incidencia decaerá un 5,6% y bajará del 28,6 al 23% producto de los pactos internacionales suscriptos por distintas naciones para hacer declinar las emisiones de CO2 a la atmósfera.

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