La UNCo realizó un relevamiento de la población trans que arrojó datos alarmantes

Se indicó que la expectativa de vida es de 42 años y el 60 por ciento no terminó el secundario.

Se presentó en la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) el resultado del proyecto Transformando Realidades, que realizó un relevamiento de la población trans en distintas ciudades de Río Negro y Neuquén.

El mismo consistió en entrevistas concretadas a lo largo de 2017. Como datos más alarmantes, surgió el dato de que el promedio de vida de la población trans de las provincias del Comahue es de 42 años y que el 60 por ciento no terminó el secundario.

Transformando Realidades es un proyecto interinstitucional en el que participaron la UNCo, la secretaría de Derechos Humanos de Río Negro y la subsecretaría de Derechos Humanos de Neuquén y organizaciones de la diversidad como Conciencia VIHda, Mesa por la Igualdad, ATTTA, ATTS, Vidas Escondidas, Varones Trans de Neuquén y Río Negro, el Observatorio de Derechos Humanos de Río Negro y la Dirección de Diversidad de Neuquén.

En la presentación, que se realizó en el Auditorio de la Facultad de Turismo, distintos integrantes del proyecto expusieron sobre los resultados y el proceso que llevaron adelante, todas intervenciones que encendieron distintas luces de alerta.

Quizás una de las más escalofriantes fue la de Tatiana Breve, trabajadora no docente de la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicología y militante del Movimiento Evita. Reveló que del listado inicial de personas trans a entrevistar cuando iniciaron el proyecto, seis mujeres ya habían fallecido al momento de concretar las entrevistas.

El estudio establece que más de la mitad de la población encuestada, el 56%, tuvo dificultades para establecer vínculos amorosos por su identidad de género y algo más del 40% ha visto afectada efectivamente su relación.

Las dificultades en sus vínculos de pareja estuvieron relacionadas, en la gran mayoría de los casos, con la mirada discriminatoria de la sociedad y de las familias de sus compañeras. En muchos casos dichos vínculos se podían sostener en la “clandestinidad”, algunas mencionaron que sus parejas reaccionaron con rechazo o “no permitiéndose avanzar con la relación” al conocer su identidad de género. Por último, hubo quienes señalaron que el miedo a estas dos situaciones les llevó a autolimitarse y decidir no intentarlo.

El 63% declaró haber tenido dificultades en sus relaciones con sus padres/madres. Las mismas estuvieron vinculadas a la no aceptación de su identidad de género, lo que atribuyeron en muchos casos a cuestiones culturales como el patriarcado/machismo, la religión, «el qué dirán», y la transfobia. En algunos casos aclararon que incluso ello derivó en su expulsión del hogar.

El 87% considera que su vida afectiva está conformada por sus amigos, lo que nos lleva a pensar que las redes de sostén más significativas son las construidas entre pares. Llamó la atención de los autores del estudio, en cambio, que el 58% considere al padre y/o la madre como figuras de su vida afectiva, ya que puede resultar contradictorio con las narraciones relativas a experiencias como la expulsión temprana, el rechazo y la violencia vivida.

Respecto de la cobertura de salud, algo más de la mitad (55%) de las personas trans de Neuquén tiene algún tipo de beneficio, mientras que en Río Negro esa proporción es menor (21%). En la mayoría de los casos se trata de una obra social. Al comparar los datos con los resultados del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 (CNPHyV 2010) se pudo visualizar que las personas trans se encuentran en condiciones más desprotegidas, ya que en ambas provincias la cobertura es aproximadamente del 65% para el total de la población.

Vale destacar que en el caso de Neuquén el 45% de los que cuentan con alguna obra social o prepaga afirmaron que la misma contempla procedimientos hormonales o cirugías de readecuación hormonal. En el caso de Río Negro solo un caso declaró que en su prestación consideran dichos tratamientos.

Ante las indagaciones sobre las atenciones médicas, el 75% de las personas trans en Neuquén y el 86% en Río Negro respondieron que las realizan en hospitales públicos. Las encuestadas expresaron que el motivo más frecuente por el cual asistieron a un establecimiento de salud durante el último año es el chequeo y los controles, correspondiendo a un 75% en Neuquén y un 59% en Río Negro. En segundo lugar, las consultas por enfermedad en Neuquén (42%) y la emergencia en Río Negro (41%). En cuanto a los tratamientos por cambios corporales, 3 personas de cada 10 en Neuquén asistieron por este motivo y en el caso de Río Negro casi 2 de cada 10.

Además, el estudio reveló que la actividad más realizada entre los entrevistados es el sexo a cambio de dinero, que es ejercida por el 45% de las personas encuestadas, seguida por la actividad administrativa (15%), cuidado de personas (10%), comercio (8%), docencia (8%), y enfermería (7%), entre otros. La actividad sexual es casi exclusivamente desarrollada por mujeres, entre quienes también resulta habitual el trabajo administrativo. Entre los varones, en cambio, predominan el comercio y la docencia.

Señala el estudio que el ejercicio de la actividad sexual implica exponerse a diversos tipos de riesgos para su integridad. En los últimos 5 años, entre las personas que manifestaron que la realizan, el 64% padeció agresiones físicas y verbales de los clientes, un 33% sufrió lo propio por parte de vecinos, el 33% tuvo conflictos con la Policía y el 18% se vio afectado por el contagio de enfermedades. Solo un 12% manifestó no haber sufrido ningún problema de este tipo.

En cuanto al acceso a la educación, alrededor del 60% no completó la educación obligatoria (entre los que se incluye un preocupante 8% que no completó el primario), aunque hay un 22% que alcanzó el nivel superior. Dar a conocer la identidad de género durante el transcurso de la educación obligatoria y vivir de acuerdo a ella parece ser una variable importante en este tema. El 58% (42 sobre 72) de las que lo contaron antes de los 20 años no la terminó. En cambio, entre las que lo contaron desde los 20 años en adelante, el porcentaje baja a 31% (5 sobre 16).

 

 

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