Una mujer unió Bariloche y El Chaltén a caballo
Stevie Anna Plummer viajó casi tres meses desde Bariloche hasta El Chaltén cumpliendo el sueño de la travesía propia, acompañada sólo por tres amigos: sus caballos Bandido y Sundance, y su perra Darcie.
Se crió en el campo, entre los bosques de Oregon y el desierto de Texas, Estados Unidos, pero su espíritu aventurero la llevó a recorrer el mundo para instalarse finalmente en Bariloche. Actualmente, Stevie Anna Plummer (30) trabaja junto a Carol Jones, una baqueana muy conocida en la zona, organizando cabalgatas en el Parque Nacional Nahuel Huapi.
Quizás por la inquietud de conocer otros paisajes patagónicos o por la búsqueda de nuevas aventuras, el pasado 3 de noviembre del año pasado, emprendió su travesía a caballo, emulando al profesor suizo Aimé Tschiffely -quien viajó en 1925 desde Buenos Aires hasta Nueva York con Gato y Mancha, sus legendarios caballos criollos- Stevie eligió dos ejemplares de la misma raza, Sundance y Bandido, y le añadió un plus, su fiel compañera pastor inglés, Darcie,
Inspirada en este viaje, la idea era unir a caballo Bariloche con El Calafate para cumplir con las mil millas, pero cuando se cercioró de que también lograba ese cometido finalizándolo en El Chaltén, se decidió por este último.
Guiada por un GPS y un poco de intuición, ya que si bien el aparato marca con exactitud la ubicación, no advierte alambrados ni tranqueras, Stevie recorrió 30 o 40 km por día, ya que debía ir siempre caminando, no al trote ni galope “porque podes lastimar el lomo del pilchero, que es el caballo que lleva las provisiones, ropa, carpa, etc.” señaló.
“Partí el viernes 3 de noviembre de la estancia Nahuel Huapi de Bariloche y llegué al Chaltén el jueves 25 de enero, en total fueron 85 días” nos contó esta aventurera jinete, tras recorrer 1800 km.
En diálogo con el Diario Nuevo Día, Stevie contó que “las partes más difíciles fueron las mesetas, por el incesante viento y la falta de reparo, además de la infinidad de lugares en los que no hay senderos.”
Relató que en plena subida de un cerro, los caballos, (ella) y su perra cayeron en un menuco muy profundo (voz tehuelche que significa ojo de agua, pequeña superficie de tierra que al ser pisada se desmorona).
La travesía fue épica, no faltaron la nieve, el frío y el granizo, que, como sabe la gente de campo, éste último hace que los caballos reculen y no quieran abrir los ojos ni avanzar.
A pesar de las inclemencias del tiempo, Stevie destaca la hospitalidad de la gente de campo y amor por sus animales “De las estancias recuerdo en especial las de la pre cordillera, toda gente muy amable, siempre cuidando a los caballos y a mi perra, siempre me abrían las tranqueras y me dejaban pasar o me alojaban. Recuerdo en especial Numancia (en Aldea Veleiro, Chubut) con la familia Pérez, muy buena gente, con ellos me quedé en los trabajos con vacas y ovejas, tienen pasión por el campo y por lo que hacen y se les nota, el padre hermano e hijas todos trabajando, estuve una semana aprendiendo. También me gustó mucho Santa Margarita, cerca de Chaltén un hermoso lugar una estancia muy tradicional y buena gente, con la vista del Fitz Roy, cerro Torres.”