Restos de estación espacial china podrían caer en Bariloche, Neuquén, Bahía Blanca o Viedma
Será entre fines de marzo y principios de abril.Hasta siete horas antes no se va a conocer el lugar exacto.
Una nota firmada por el periodista Víctor Ingrassia, publicada ayer en el portal INFOBAE, la cual reproducimos en su totalidad, asegura que “los posibles lugares son Bariloche, Neuquén, Bahía Blanca o Viedma. Así lo calculó la Agencia Espacial Europea en base a la trayectoria de la Tiangong-1, de 8,5 toneladas que reentrará en la atmósfera en unas semanas. Algunas partes caerían también en Estados Unidos, Europa o Australia”.
Será entre fines de marzo y principios de abril. Puede ocurrir sobre España, Estados Unidos, Argentina o Nueva Zelanda. No se puede predecir cuándo o dónde con exactitud, pero sí que va a ocurrir pronto. Hoy, una masa de 8,5 toneladas orbita la Tierra en una descontrolada caída permanente que finalizará en su desintegración «casi total» en la atmósfera.
Se trata de la estación espacial china Tiangong-1 (en chino, “Palacio estelar-1”), lanzada el 30 de septiembre de 2011 como parte de un ambicioso proyecto científico para convertir a China en una superpotencia espacial. Pero desde 2016, la estación espacial fue abandonada y reemplazada por el Tiangong-2, lo que devino en su pérdida de control y su descenso inevitable hacia la Tierra.
Después que en 2016 la Administración Espacial Nacional China (CNSA), confirmara la pérdida de control de su estación espacial, y ante el hermetismo de los funcionarios chinos desde ese entonces, Europa debió responder ante las múltiples inquietudes que surgen en todo el mundo: cuándo y dónde caerá esa colosal estructura.
Así, la Oficina de Residuos del Espacio de la Agencia Espacial Europea (ESA) calculó esta semana que la Tiangong-1, un laboratorio orbital de la Administración China del Espacio (CNSA), reentrará en la atmósfera terrestre en forma descontrolada entre los días 29 de marzo y 9 de abril de este año.
La ESA aclaró que no es posible hacer predicciones precisas del lugar donde podrían caer algunas piezas que no lleguen a desintegrarse en la atmósfera, pero según los análisis realizados, la nave caerá en algún punto situado entre los 43º N y 43º S de latitud. Esto sitúa el lugar del impacto en una vasta región terrestre que incluye varios continentes.
Sin embargo, y debido a la geometría de la órbita del laboratorio espacial, la probabilidad de impacto será máxima justo en los extremos de dicha franja de terreno, en un área próxima a los 43º Norte y Sur: el paralelo Norte pasa por España, Italia, Estados Unidos y China y el paralelo Sur pasa por Argentina, Chile, Australia y Nueva Zelanda.
Este dato es clave, ya que podría afectar a ciudades como San Carlos de Bariloche, Neuquén, Bahía Blanca y Viedma, en la Argentina. Y metrópolis importantes del hemisferio Norte como Nueva York, Madrid o Roma, por ejemplo.
Infobae consultó a The Aerospace Corporation, una empresa estadounidense que emplea a 3.500 personas y brinda asistencia técnica, científica y aeroespacial al programa de Seguridad Espacial de Estados Unidos (NSS, por sus siglas en inglés) sobre la probabilidad de caída de restos de la estación espacial.
«Es muy poco probable que los restos de este reingreso golpeen a cualquier persona o dañen significativamente cualquier propiedad. El único caso conocido de desechos espaciales que golpeó a una persona es la ama de casa Lottie Williams de Tulsa, Oklahoma, quien fue golpeada por un pequeño pedazo de escombros espaciales en 1996, pero no sufrió daños de ninguna manera significativa», explicaron desde la firma californiana y aseguraron que realizarán un cálculo de riesgo de personas y propiedades unos días antes del evento.
Además, confiaron que «es poco probable que sea una reentrada controlada de la estación espacial. Aunque no se ha declarado oficialmente, se sospecha que el control de Tiangong-1 se perdió y no se recuperará antes de la reentrada».
«Dependiendo de la hora del día y la visibilidad de la nube, la reentrada puede aparecer como múltiples rayas brillantes que se mueven por el cielo en la misma dirección. Debido al tamaño relativamente grande del objeto, se espera que haya muchas piezas que vuelvan a entrar juntas, algunas de las cuales pueden sobrevivir al reingreso y aterrizar en la superficie de la Tierra», completaron y advirtieron que podría haber materiales altamente tóxicos y corrosivos, como la hidrazina, por lo que «es importante no tocar ninguna pieza y llamar a las autoridades locales».
The Aerospace Corporation calculó que el último ajuste que China realizó a Tiangong-1 se produjo a principios de 2016 y en noviembre de ese año ya había descendido por debajo de los 300 kilómetros.
Piezas de hasta 100 kilos
Si bien los científicos de la ESA esperan que la estructura se desintegre en la atmósfera y que sus restos caigan en una amplia zona con forma de elipse de miles de kilómetros de largo y decenas de kilómetros de ancho, también advierten que piezas de hasta 100 kilos podrían tocar tierra.
La ESA explicó que solo será posible conocer el lugar de reentrada aproximado con siete horas de antelación y que varias regiones del planeta podrán presenciar el suceso como un espectacular fuego artificial. Entre las dificultades que impiden afinar más las predicciones, está la complejidad de hacer modelos del comportamiento de la atmósfera, la dinámica del objeto y las limitaciones en el seguimiento de la Tiangong-1.
Más allá de que el peligro es remoto, porque gran parte de la nave se quemará en la atmósfera, algunas partes de inclusive 100 kilos pueden chocar contra la superficie. No obstante, desde China ya aseguraron a la Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre de las Naciones Unidas que supervisarían cuidadosamente e informarían cuando su caída fuera inminente.
En las últimas semanas la ESA confirmó que su caída fue más abrupta debido a que ya se encuentra en una zona más densa de la atmósfera terrestre.
«Ahora que su perigeo está por debajo de los 300 kilómetros y está en una atmósfera más densa, la tasa de decadencia está aumentando», señaló Jonathan McDowell, astrofísico de la Universidad de Harvard.
«Realmente no se pueden manejar estas cosas», remarcó McDowell. «Probablemente no sepamos más allá de seis o siete horas antes cuando va a caer y no saber cuándo va a caer se traduce en no saber dónde va a caer», agregó. Parte de la incertidumbre se debe a que un mínimo cambio en las condiciones atmosféricas podrían empujar su lugar aterrizaje de un continente a otro en cuestión de horas.
Pese al temor, a lo largo de los años, se produjeron numerosas caídas no controladas y ninguna de ellas reportó daños para la población. Por caso, el 7 de febrero de 1991 la ciudad santafesina de Capitán Bermúdez, se vio sacudida con la caída de restos de la estación espacial Salyut, una nave de 20 toneladas que la Unión Soviética había enviado al cosmos.
Y en 1979 se estrelló de forma parcialmente controlada en Australia la estación Skylab de la NASA, de 77 toneladas. A su lado, las 8,5 toneladas de Tiangong-1 son una miniatura. Los expertos remarcan que en toda la historia de la exploración espacial nadie ha sido dañado por chatarra venida del espacio.
Millones de veces más improbable que un rayo
Afortunadamente, dado que la mayor parte de la Tierra está cubierta por agua o está inhabitada, las probabilidades de que el laboratorio golpeé a alguien son, según la ESA, «10 millones de veces menores a la probabilidad anual de ser alcanzado por un rayo».
Además, se considera que la nave espacial ya no alcanza la masa de 8,5 toneladas que tenía originalmente, a causa del consumo del combustible, por lo que «tendría una masa comparable a la de los satélites fuera de servicio que hacen reentradas no controladas un par de veces cada mes», según la ESA.
A pesar de todo, China notificó a la Oficina para Asuntos del Espacio de Naciones Unidas (UNOOSA) acerca de la reentrada, y solicitó, a través de un organismo coordinador formado por importantes agencias como la NASA, la ESA o Roscosmos, un seguimiento internacional del aparato.
INFOBAE.